sin foto de mi ratatouille |
y vino blanco por la noche... después del tereré de la tarde. Admiro a Deleuze y por extraño que pueda resultar, me pone contenta, pero ese tema con la comida no lo comprendo.
Decía entonces, sólo una mínina parte de Bergson para ayudar a comprender a Deleuze, para no asustar o abrumar, qué se yo. Exige continuación aquí mismo. No seguiré haciendo nuevas entradas sobre esto. Agregaré aquí no más. Tengan paciencia, es más fácil de lo que parece.
Seguimos con La imagen tiempo, capítulo Del recuerdo a los sueños. Tercer comentario de Bergson ("Materia y memoria"). Salud!
bombín Bergson! |
¿Por qué el ratatouille nunca se ve rico como es?
Como les dije, seguiré agregando cosas de a poco para llegar a la definición más clara posible de la "imagen cristal". A continuación hago una aclaración (es para mí también, porque no sé muy bien qué estoy haciendo):
Un capítulo más entonces, pero quiero decirles que la verdad es que no sé en qué
lío me estoy metiendo. Quiero
decir que comprendo que nadie quiera leer esto, que suena tal vez muy
mecánico o peor aún, algo muy obvio pero explicado tan escabrosamente y al detalle que da bronca, y que
por momentos no se sabe dónde va y si sirve para algo o si les importa
lo suficiente como para seguir leyendo. Me pasó con tantas otras cosas
que tuve que leer que supongo que también puede suceder con Deleuze.
Pero si están de humor, inténtenlo. Usualmente Deleuze hace una descripción de lo
que hablará o plantea el problema y es tan general lo que dice que no se comprende nada, luego comienza a detallar y achicar los conceptos y creés que comenzás a entender aunque quedan agujeros en el camino,
pero al final, en pocos párrafos, hace eso que a mí me gusta: transparenta todo. Tengan paciencia que se comprende. No sean gallinas.
Ya está terminado.
Ya está terminado.
Bergson distingue dos clases de “reconocimiento”: (y de paso aclaro lo del post anterior que está un tanto "oscuro").
-
El
reconocimiento automático o habitual: (yo reconozco a
mi amigo Pedro). La percepción actúa por prolongación. Es un reconocimiento
sensoriomotor, se han constituído y acumulado mecanismos motores que la vista
del objeto basta para desencadenar. En cierto modo no cesamos de alejanos del
primer objeto: pasamos de un objeto a “otro”, según un movimiento horizontal o
asociaciones de imágenes, pero “permaneciendo sobre “un solo y mismo plano”
(con mi amigo Pedro paso de un objeto de conversación a otro).
- El
reconocimiento atento: aquí no puedo prolongar la percepción. Mis movimientos,
más sutiles, vuelven sobre el objeto para subrayar ciertos contornos y extraer
“algunos rasgos característicos”. Y volvemos a empezar para descubrir otros
rasgos y contornos, pero cada vez partimos necesariamente de cero. El objeto
sigue siendo el mismo pero para por diferentes planos.
O sea, Pedro y lo que
vemos de Pedro. O algo así.Paciencia, ya llegamos a la imagen cinematográfica.
Tengo que decirles algo
que puede resultar una locura. Por supuesto que yo no ví ni leí todas las
películas y libros que cita Deleuze (ni lo haré), pero, en ciertos casos, si no
me daba el balero para abstraerme, miraba la película. Por ejemplo, eso hice
con Los carabineros. Pero que cada uno cometa la locura que quiera.
En el primer caso
tenías de la cosa una imagen sensoriomotriz. En el otro, constituímos de la
cosa una imagen óptica (y sonora) pura, hacemos una descripción.
¿Cómo se distinguen las dos clases de imágenes?
A primera vista parecería que la imagen
sensoriomotriz es más rica porque ella es la cosa misma. En cambio, la imagen
óptica pura parece necesariamente más pobre y enrarecida: como dice
Robbe-Grillet ella no es l cosa sino una “descripción” que tiende a reemplazar
a la cosa, que “borra” al objeto concreto, que sólo elige de él ciertos rasgos
siempre dudosos. Se objeta que la imagen
cinematográfica, aún siendo sensoriomotriz, es necesariamente una descripción.
Pero entonces debemos oponer dos clases de
descripciones:
-
orgánica: (una silla está hecha para sentarse). Es una imagen sensoriomotriz que encadena una
imagen-percepción a una imagen acción. Regula a la percepción por la acción y
prolonga la una en la otra.
-
inorgánica o físico-geométrica: “Los carabineros”,
allí Godard hace de cada plano una descripción que reemplaza al objeto y que
dará paso a otra descripción, al extremo de que, en vez de describir
orgánicamente un objeto, se nos muestran puras descripciones que se deshacen al
mismo tiempo que se trazan.
Aquí todo se
invierte. De hecho, la imagen sensoriomotriz no retiene de la cosa más que
aquello que nos interesa o aquello que se prolonga en la reacción de un
personaje. Por lo tanto su riqueza es aparente, y se debe a que esta imagen
asocia a la cosa muchas otras cosas que se le parecen en el mismo plano, en
tanto que todas suscitan movimientos semejantes: lo que interesa al hervíboro
es la hierba en general (en el caso de que estemos mirando una vaca, por
supuesto). Por eso decíamos que el esquema sensoriomotor es agente de
abstracción.
Inversamente, por
más que la imagen óptica pura sea sólo una descripción y concierna a un
personaje que ya no sabe reaccionar ante la situación, la sobriedad de esta
imagen, la escasez de lo que retiene, llevan cada vez la cosa a una esencial singularidad y describen lo
inagotable, remitiendo sin fin a otras descripciones. Así pues, la verdaderamente rica o “típica”, es la
imagen óptica.
Al menos lo sería si supiéramos para qué sirve.
De la imagen
sensoriomotriz era fácil decir para qué servía (encadena la percepción a la
acción) pero muy distinto es el caso de la imagen óptica pura, no sólo porque
es otro tipo de imagen y percepción, sino también porque su modo de
encadenamiento no es el mismo. Habría una respuesta simple, provisional, y es
la que Bergson da primero: la imagen
óptica (y sonora) en el reconocimiento atento no se prolonga en movimiento sino
que entra en relacion con una “imagen-recuerdo” que ella convoca.
Vamos
llegando, comprender este encadenamiento con la imagen-recuerdo es importante
para el concepto de la imagen cristal.
Quizá haya que
imaginar otras respuestas posibles: lo que entraría en relación sería lo real
con lo imaginario, lo físico con lo mental, lo objetivo con lo subjetivo, la descripción con la narración, “lo actual con lo virtual”… en cualquier caso, lo esencial es que los dos términos en
relación difieren en naturaleza, pero sin embargo remiten el uno al otro sin
que podamos decir cuál está primero hasta el punto de volverse indiscernibles.
A tal o cual aspecto de la cosa le corresponde una zona de recuerdos o
pensamientos: se trata cada vez de un plano o de un circuito hasta tal extremo
que la cosa para por una infinidad de planos o de circuitos que corresponden a
sus propios aspectos. A otra descripción le correspondería otra imagen mental
virtual, y a la inversa: otro circuito. Ejemplo con Europa 1951 de Rossellini:
la heroína ve ciertos rasgos de una fábrica y cree ver condenados: “Creí estar
viendo condenados…” Obsérvese que no evoca un simple recuerdo, la fábrica no le
recuerda una prisión, la heroína invoca una visión mental, casi una
alucinación. Hubiera podido captar otros rasgos y tener otra visión: la entrada
de los obreros, la llamada de la sirena, etc.
¿Cómo decir que se
trata del mismo objeto (la fábrica) pasando por diferentes circuitos, si cada
vez la descripción borraba al objeto y al mismo tiempo la imagen mental creaba
otro? Cada circuito borra y crea un
objeto. Pero es justamente en este “doble movimiento de creación y de
borradura” donde los circuitos independientes (los planos sucesivos),
anulándose, restableciéndose y separándose van a constituir las capas de una
sola y misma realidad mental, memoria o espíritu.
Imaginen
una persona que llega a una isla (Deleuze da el ejemplo de la película
Stromboli de Rossellini) y siguiendo a este personaje vemos una serie de planos
descriptivos de la isla. Estas descripciones se van haciendo más y más
profundas: accesos a la isla, la pesca, una tormenta, un volcán que erupciona.
Para este momento tenemos a la persona viendo el pueblo que está a los pies del
volcán (o
sea, el peligro, el vértigo, el miedo).
Como resultado ya
no hay imágenes sensoriomotrices con sus prolongamientos, sino lazos circulares
mucho más complejos entre imágenes ópticas y sonoras puras por un lado y por
otro imágenes llegadas del tiempo o del pensamiento, todo en planos
coexistentes que son alma y cuerpo de la isla.
2
La situación
puramente óptica y sonora (descripción) es una imagen actual pero que en lugar de prolongarse en movimiento se
encadena con una imagen virtual y forma con ella un circuito. ¿Qué es lo que puede desempeñar el papel de
imagen virtual?
Lo que Bergson
llama imagen-recuerdo parece reunir
las cualidades exigidas:
-
interviene en el reconocimiento automático
(accidentalmente)
- interviene en el reconocimiento atento
(fundamentalmente). Da origen a este reconocimiento: es el hombre al que vi la semana pasada en este lugar. Con las
imágenes-recuerdo aparece un novísimo sentido de la subjetividad: ya no motor o
material sino temporal o espiritual, lo que “se añade” a la materia y no lo que
la distiende.
La relación de la imagen
actual con imágenes-recuerdo aparece en el flash-back
(todos sabemos del abuso
del flash-back en el cine) que es precisamente un circuito
cerrado que va del presente al pasado y de vuelta al presente. Sabemos, no
obstante, que el flash-back es un procedimiento convencional: sus imágenes están a menudo gritando “atención,
recuerdo!”. Puede indicar, por convención, una causalidad sicológica pero sigue
siendo parecida a un determinismo sensoriomotor y, a pesar de sus circuitos, garantiza la progresión de una narración
lineal. El problema del flash-back
es que tiene que recibir su necesidad de otra parte, así como las imágenes
recuerdo deben recibir de otra parte la marca interna del pasado. Es preciso que la historia no se pueda
contar en presente. Es preciso, por tanto, que alguna otra cosa justifique el flash-back o auntentifique la
imagen-recuerdo.
Mankiewicz es sin duda el más grande autor del cine de
flash-back pero la forma en que lo utiliza es muy especial. No hay aquí en lo
absoluto una explicación, una causalidad o una linealidad. Por el contrario, se
trata de un inexplicable secreto, de una fragmentación de toda linealidad, de
bifurcaciones perpetuas que siguen rompiendo la causalidad. (O sea, el flash-back ya no necesita justificación
sino que responde a una necesidad, creo que dice)
En Mankiewicz el
tiempo es exactamente el que Borges
describe en “El jardín de los senderos que se bifurcan” (en "Ficciones", gente) : lo
que se bifurca no es el espacio sino el tiempo. Aquí encuentra el flash-back su
razón en cada punto de bifurcación del tiempo. No son solamente varias personas
que tienen cada una un flash-back el propio flash-back es de varias personas
(tres en “La condesa descalza”, tres en “Carta a tres esposas”, dos en “All
about Eve” o “La malvada”). Y los circuitos no sólo se bifurcan entre ellos
sino que también cada circuito se bifurca consigo mismo.
Una de las más
bellas bifurcaciones de Mankiewicz está en “People will talk”, donde el médico
que vino a anunciar al padre el embarazo de su hija, aparece hablándole de amor
a la hija y le pide matrimonio en medio de un paisaje onírico.
Los personajes de
Mankiewicz nunca se desarrollan en una evolución lineal: los estadios
recorridos por Eva, ("All about
Eve" o "La malvada" como le pusieron aquí. Véanla si pueden. Bette Davis y Anne Baxter creo),
ocupar el lugar de la actriz, robarle su amante, seducir al marido de la amiga,
chantajearla, no entran en una progresión sino que constituyen cada vez una
desviación que forma un circuito, dejando subsistir sobre el conjunto un
secreto que heredará la nueva Eva al final del film, punto de partida de otras
bifurcaciones.
En realidad no hay
línea recta ni círculo que se cierre. “All about Eve” no es exactamente “All
about Eve”, es más bien un fragmento, y lo dice un personaje: “De este tema
ella podrá decirle algo…”
En Mankiewicz, el
flash-back siempre descubre su razón de ser en relatos acodados que fracturan
la causalidad y que, en lugar de disipar el enigma, lo remiten a otros enigmas
más profundos aún.
Así pues, las
bifurcaciones del tiempo dan una necesidad al flash-back y confieren a las
imágenes-recuerdo una autenticidad, un peso de pasado sin el cual serían
puramente convencionales.
¿Pero por qué, de
qué manera? Los puntos de bifurcación son casi siempre tan imperceptibles que
una memoria atenta sólo más tarde podrá descubrirlos. Es una historia que sólo se puede contar en pasado. Era ya la
pregunta constante de Fitzgerald, de
quien Mankiewicz está muy cerca: ¿Qué es lo que ocurrió? ¿Cómo hemos llegado a
esto? Es lo mismo que preside los recuerdos de Harry (Humphrey Bogart) en “La condesa
descalza”. Es quizá la pregunta que subyace debajo de todas las preguntas.
Se habló con
frecuencia del carácter teatral de la obra de Mankiewicz, pero esta obra
también incluye un elemento novelesco o cuentístico, porque ésa es la pregunta
de todo cuento: ¿qué es lo que ocurrió? Sin embargo, lo que no se analizó es la
relación entre ambos por la cual Mankiewicz recrea una plena especificidad
cinematográfica. Por un lado, el elemento novelesco, el relato, aparece en la
memoria y en su esencia es voz que habla, por eso el off que acompaña al
flash-back; pero también hay otras voces aunque sólo parlantes y sonoros y esto
es lo teatral: el diálogo entre los personajes evocados, por ejemplo. Lo esencial atañe, pues, a la íntima
relacion entre el elemento novelesco de la memoria como relato y el elemento
teatral de los diálogos como conductas de los personajes.
Esta relación
interna además, recibe en Mankiewicz una determinación original: lo que se evoca es siempre un patinazo, una
desviación, una bifurcación. Pero aunque en principio la bifurcación sólo
se descubre con posterioridad, por flash-back, hay un personaje que pudo
presentirla en el mismo momento, sin perjucio de que la utilice después para
bien o para mal.
Un ejemplo con dos
escenas de “All about Eve”:
- la
camarera-secretaria de la actriz (Bette Davis es la actriz), ha comprendido
inmediatamente el engaño de Eve, su dualidad: en el mismo momento en que Eve
hacía su relato mentiroso ella lo oía todo desde la habitación de al lado,
fuera de campo, y después entra en campo para mirar intensamente a Eve y
manifestar brevemente sus dudas. Posteriormente, el diabólico crítico teatral sorprenderá
otra bifurcación de Eve, cuando ella se esfuerza en seducir el amante de la
actriz. El escucha y quizá ve algo por la puerta entreabierta, como si
estuviera entre dos campos. Se servirá de ello después, pero en ese momento
comprendió (y cada uno de los personajes comprenderá en momentos diferentes,
según nuevas bifurcaciones). Ahora bien, en todos estos casos no salimos de la
memoria. Sólo que en vez de una memoria constituída, como función del pasado
que transmite un relato, asistimos al
nacimiento de la memoria como función del futuro que retiene lo que sucede para
convertirlo en el objeto venidero de la otra memoria.
Mankiewicz lo
comprendió profundamente: jamás podría la memoria evocar y contar el pasado si
no se hubiera constituido ya en el momento en que el pasado era todavía
presente, y por tanto con una finalidad futura. Precisamente por eso es una
conducta: sólo en el presente nos
contruimos una memoria, y lo hacemos para servirnos de ella en el futuro,
cuando el presente sea pasado.
Pero si bien es
cierto que el flash-back y la imagen-recuerdo encuentra su razón en estas
bifurcaciones del tiempo, esa razónn puede actuar directamente y sin pasar por
el flash-back. Y esto ocurre en los dos grandes filmes teatrales,
shakespearianos, “Julio César” y “Cleopatra”. Cierto es que el carácter
histórico de estos films hace ya las veces de memoria, pero las bifurcaciones
del tiempo adquieren aquí un sentido directo que desbarata al flash-back. La
interpretación que hace Mankiewicz de Julio César de Shakespeare insiste en la
oposición sicológica entre Bruto y Marco Antonio. Bruto aparece como un
personaje absolutamente lineal (es más
republicano que amigo de César), queda coagulado en su rectitud
antes de haber podido comprender nada de lo que ocurrió. Por el contrario,
Marco Antonio es el ser hendido por excelencia: presentándose como soldado, de
torpe hablar, imprecisa articulación y acentos plebeyos pronuncia un discurso
extraordinario pleno de bifurcaciones que volcará el sentir del pueblo romano.
(mírenla si no lo han
hecho. Marlon Brando muy joven y genial).
Llegamos a la
misma conclusión: o bien el flash-back es un simple letrero convencional, o
bien recibe de otra parte una justificación (o sea, el tiempo que se bifurca).
Aunque esta necesidad que se le otorga al flash-back es relativa, condicional y
puede expresarse de otro modo. Pues no sólo hay una insuficiencia del
flash-back respecto de la imagen-recuerdo; hay, más profundamente, una insuficiencia de la imagen-recuerdo respecto del
pasado.
La imagen-recuerdo
sólo se hace imagen-recuerdo en la medida en que ha ido a buscar un “recuerdo
puro” allí donde éste estaba, pura virtualidad contenida en las zonas ocultas
del pasado tal que en sí mismo…: “los puros recuerdos se desarrollan en
recuerdos-imágenes”; “imaginar no es recordar”.
Contrariamente a
nuestra primera hipótesis, no basta con
la imagen-recuerdo para definir la nueva dimensión de la subjetividad.
Preguntábamos: cuando una imagen presente y actual ha perdido su prolongamiento
motor (o sea, ya no la vemos), ¿con qué imagen virtual entra en relación,
formando las dos imágenes un circuito donde corren una detrás de la otra y se
reflejan la una en la otra? Ahora bien, la imagen-recuerdo no es virtual, ella
actualiza una virtualidad (recuerdo puro según Bergson). Por eso la imagen-recuerdo no nos entrega el pasado, sino que sólo
representa el antiguo presente que el pasado “fue”.
Por
eso admira Deleuze el uso del flashback de Mankiewicz: le da una necesidad,
subordina la imagen-recuerdo a una imagen-tiempo.
Como Mankiewicz también lo hicieron Welles, Resnais, etc.
Es indudable que
el reconocimiento atento, cuando tiene éxito,
se cumple por imágenes
recuerdo: es el hombre que vi la semana
pasada en este lugar, pero ese éxito
el que permite que el flujo sensoriomotor reinicie su curso temporalmente
interrumpido. Tanto es así que Bergson no cesa de girar en torno de esta
conclusión: el reconocimiento atento nos
informa mucho más cuando fracasa que cuando tiene éxito. Cuando no
conseguimos recordar, el prolongamiento sensoriomotor queda suspendido y la
imagen actual, la percepción óptica presente no se encadena ni con una imagen
motriz ni con una imagen-recuerdo que restablecería el contacto. Entra más bien en una relación con
elementos auténticamente virtuales, sensaciones de déja-vu o de pasado “en
general” (debo haber visto a este
hombre en alguna parte), imágenes de
sueño (tengo la impresión de haberlo visto en sueños), fantasías (parece jugar un rol que me es familiar).
En síntesis (esto era lo
que queríamos pero ¿cómo hago que lleguen aquí sin explicar todo lo anterior?): no son la imagen-recuerdo o el
reconocimiento atento lo que nos dan el justo correlato de la imagen
óptica-sonora, sino más bien los transtornos de la memoria y los fracasos del
reconocimiento.
3
(nos
vamos acercando a Fellini y hay un poquito de expresionismo alemán.)
Ello explica que
el cine europeo haya recogido muy tempranamente un conjunto de fenómenos:
amnesia, hipnosis, alucinación, delirio, visión de los moribundos y sobre todo
pesadilla y sueño. Este fue un aspecto muy importante del cine soviético y de
sus variables alianzas con el futurismo,el constructivismo, el formalismo; del expresionismo alemán y sus variables alianzas con la psiquiatría
o el psicoanálisis; o de la escuela francesa y sus variables alianzas con el
surrealismo. El cine europeo encontraba así un medio para romper con los
límites “americanos”de la imagen-acción, y también para alcanzar un
misterio del tiempo, para unir la imagen, el pensamiento y la cámara en una
misma “subjetividad automática”, contraponiéndose a la concepción de los
americanos, demasiado objetiva. En efecto, lo primero que tienen en común todos esos estados es que un personaje es presa de
sensaciones visuales y sonoras que han perdido su prolongamiento motor.
Puede tratarse de una situación límite, de la inminencia o la consecuencia de
un accidente, de la proximidad de la muerte, pero también de estados más
corrientes, el dormir, el sueño o los trastornos de la atención. En segundo
lugar, estas sensaciones y percepciones actuales son tan ajenas a un
reconocimiento de la memoria como a un reconocimiento motor: ningún grupo determinado de recuerdos viene
a corresponderles y a ajustarse a la situación óptica y sonora. Muy por el
contrario, todo un “panorama” temporal, un conjunto inestable de recuerdos
flotantes, imágenes de un pasado en general, desfilan con rapidez vertiginosa,
como si el tiempo conquistara una
profunda libertad. Se diría que a la impotencia motriz del personaje
responde ahora una movilización total y
anárquica del pasado. Los fundidos y las sobreimpresiones se desatan. El expresionismo, por ejemplo, intentó
restituir la “visión panorámica” de quienes se sienten vitalmente amenazados o
perdidos. Lo mismo sucede con los estados de sueño o de extremo relajamiento
sensoriomotor: el único lazo que
conservan las perspectivas puramente ópticas o sonoras de un presente
desinvestido es con un pasado
desconectado, recuerdos de infancia flotantes, fantasías, impresiones de
déja vu. O también el contenido más
inmediato o más aparente de Fellini 8 ½: desde el surmenage y la caída de
tensión del héroe hasta la visión panorámica final, pasando por la pesadilla
del subterráneo y de hombre-ciervo que vuela, con que se abre el film.
La teoría bergsoniana del sueño demuestra que el
durmiente no está cerrado en absoluto a las sensaciones del mundo exterior e
interior. Sin embargo, él las pone en relación no ya con imágenes-recuerdo
particulares sino con capas de pasado
fluidas y maleables. El sueño representa el circuito aparente más vasto o
la “envoltura extrema” de todos los circuitos. Se trataría ahora del vínculo débil y disgregante entre una
sensación óptica (o sonora) y una visión panorámica, entre una imagen sensorial cualquiera y una imagen-sueño total.
¿En qué se diferencian concretamente la imagen-recuerdo y la
imagen-sueño? Nosotros partimos de una imagen-percepción cuya naturaleza es la de ser actual. El recuerdo, en cambio, lo que Bergson
llama “recuerdo puro”, es necesariamente una
imagen virtual. Pero en el primer caso él mismo se torna actual en la
medida en que es convocado por la imagen-percepción. El recuerdo se actualiza
en una imagen-percepción. El caso del sueño pone de manifiesto dos
importantes diferencias. Por una parte, las percepciones del durmiente
subsisten, pero en el estado difuso de un polvo de sensaciones actuales,
exteriores e interiores, que no son captadas por sí mismas y que escapan a la
conciencia. Por la otra, la imagen
virtual que se actualiza no lo hace directamente sino que se actualiza en
otra imagen, y ésta cumple el papel de imagen virtual actualizándose en una
tercera y así hasta el infinito: el
sueño no es una metáfora sino una serie de *anamorfosis que trazan un enorme
circuito.
- es una deformación reversible de una imagen producida mediante un procedimiento óptico (como por ejemplo utilizando un espejo curvo). Es un efecto de la perspectiva utilizado en arte para forzar al observador a un determinado punto de vista preestablecido o privilegiado, desde el que el elemento cobra una forma proporcionada y clara. Esta técnica ha sido utilizada ampliamente en el cine, con ejemplos como el Cinemascope, en el que mediante lentes anamórficos se registran imágenes comprimidas que producen una pantalla ancha al ser descomprimidas durante la proyección.
No hay aquí metáforas sino un devenir que en derecho puede continuar
hasta el infinito. En “Un perro andaluz” de Buñuel, la imagen de la
nube afilada cortando la luna se actualiza, pero pasando a la de la navaja que
corta el ojo y conservando así el papel de imagen virtual con respecto de la
siguiente. Si alguna vez al menos, el cine americano, captó este estatuto de la
imagen-sueño, fue en las condiciones del burlesco de Buster Keaton, en virtud de su afinidad natural con el dadaísmo.
En ocasiones las
imágenes-sueño están diseminadas por todo el film y se las puede reconstituir
en su conjunto. Así, en “Cuéntame tu vida” (“Spellbound”) de Hitchcock,
el verdadero sueño no aparece en la secuencia de cartón piedra de Dalí sino que
se distribuye en elementos distantes: las rayas de un tenedor sobre un mantel
pasarán a ser las rayas de un pijama, para saltar a las estrías de una manta
blanca que luego será un lavabo, etc. Serie de imágenes diseminadas que forman
un gran circuito y donde cada una es
como la virtualidad de la otra que la actualiza, hasta que todas juntas se
suman a la sensación oculta que nunca cesó de ser actual en el inconsciente del
héroe: la del tobogán asesino.
A su vez, las
imágenes-sueño parecen tener dos polos
que se distinguen por su producción
técnica. Uno utiliza medios ricos y recargados, fundidos, sobreimpresiones,
desencuadres, efectos especiales, manipulaciones de laboratorio, llegando hasta
lo abstracto. El otro, por el contrario, es sumamente sobrio y opera por
francos cortes o montaje-cut (como en “Un perro andaluz”) o solamente mediante
un perpetuo desenganche que “hace” sueño, pero entre objetos que siguen siendo
concretos. La técnica de la imagen
remite siempre a una metafísica de la imaginación: son como dos maneras de
concebir el paso de una imagen a otra. En
este sentido los estados oníricos son, con respecto a lo real, un poco como los
estados “anómalos” de una lengua con respecto a la lengua corriente: tan
pronto hay sobrecarga o sobresaturación y tan pronto eliminación, elipsis,
ruptura, corte.
Cualquiera sea el
polo elegido, la imagen-sueño obedece a la misma ley: un gran circuito donde
cada imagen actualiza a la precedente y se actualiza en la siguiente, para
volver eventualmente a la situación que la había desencadenado. Así pues, lo
mismo que la imagen-recuerdo, la imagen
sueño no asegura la indiscernibilidad de lo real y lo imaginario. La
imagen-sueño está sometida a la
condición de atribuir el sueño a un soñante, y la conciencia del sueño (lo
real) al espectador.
Quizás una manera
de superar esta escisión en el gran circuito sean los estados de ensueño, de
sueño despierto (diferentes del sueño explícito). Lo podemos llamar “sueño implicado” y
definirlo diciendo que la imagen óptica y sonora se prolonga en “movimiento de
mundo”. Ya no es que el personaje reaccione a la situación óptica-sonora sino
que un movimiento de mundo suple al del personaje. Se produce una suerte de
despersonalización: los personajes se mueven pero como si se tratara de un
dibujo animado la cámara mueve el camino sobre el cual ellos se desplazan. El mundo se hace cargo del movimiento que
el sujeto ya no puede o no es capaz de realizar.
Louis Malle
procedió, en la mayoría de sus films, por movimientos de mundo y de ahí el
carácter feérico (relativo a
las hadas) de esta obra. En el cine de Malle siempre hay un
movimiento de mundo que lleva al personaje hasta el incesto, la prostitución o
la infamia y lo hace capaz de un crimen. En el cine feérico en su conjunto,
estos movimientos despersonalizados, con su cámara lenta o su precipitación,
pasan tanto por la
Naturaleza como por el artificio y el objeto fabricado. El
propio neorrealismo no reniega de sí
mismo sino que, al contrario, permanece fiel a sus fines cuando prolonga las
situaciones ópticas y sonoras en movimientos artificiales que arrastran a los
personajes: todos los parques de atracciones de Fellini, con plataformas móviles, toboganes, túneles, escaleras mecánicas,
etc que deben conducir al espectador desde un espacio-tiempo específico a otro
espacio-tiempo similarmente autónomo (“La ciudad de las mujeres”).
La comedia musical
es el movimiento despersonalizado por excelencia, con el baile trazando un
mundo onírico.
(y
después de esto está lo del post de la comedia musical (sí, ya sé, pongo todo
al revés, pero así me conviene por ahora). Los cristales del tiempo ya están aquí.
Levemente ebria cuando publiqué este comentario.
ResponderEliminarBuscando la última copa, como solía hacer Deleuze.
Si hay algún error grave, la culpa es del Chardonnay.