Y volví. Ni en millones, ni en decenas, apenas ésta unidad. No me apuré en seguir "subiendo letras" de la entrevista porque no les creo que estén leyendo algo. Voy a comenzar a comentarme a mí misma. Queridos traidores y traidoras, a continuación: la alegría.
CP: Observaciones sobre la alegría, concepto de Baruch Spinoza, filósofo judío, y sobre la reputación de antisemitismo de Friedrich Nietzsche, filósofo alemán. Un triste personaje hace su entrada: el sacerdote. Se trata de un concepto que apreciás mucho, porque fue Spinoza el que hizo de la alegría un concepto de resistencia y de vida. “Evitemos las pasiones tristes y vivamos con la alegría para alcanzar nuestra máxima potencia; así, pues, hay que huir de la resignación, la mala conciencia, la culpabilidad, de todos los afectos tristes que explotan sacerdotes, jueces y psicoanalistas”. En fin, no cuesta nada entender lo que podía gustarte en toda esta referencia. De modo que, en primer lugar, quisiera que distinguieras la alegría de la tristeza, para Spinoza y para vos. ¿Encontraste algo el día que lo leíste?
GD: Ah, sí, porque son los textos que presentan una carga extraordinaria de afectos en Spinoza. Esto quiere decir (simplifico mucho) que la alegría es todo lo que consiste en colmar una potencia. Uno experimenta alegría cuando colma, cuando efectúa una de sus potencias. Volvamos a nuestros ejemplos: yo conquisto, por poco que sea, un pedazo de color, entro un poco en el color. ¿Te das cuenta de la alegría que eso puede suponer? Es eso: he colmado una potencia. Pero entonces lo que resulta equívoco es la palabra “potencia”. Por el contrario, ¿qué es la tristeza? Se da cuando estoy separado de una potencia de la que, con razón o sin ella, me creía capaz. “Ah, podría haber hecho eso pero las circunstancias me lo impidieron”. Así, pues, eso es la tristeza. Habría que decir que toda tristeza es el efecto de un poder sobre mí. Efectuar algo de la propia potencia es siempre bueno. Eso es lo que dice Spinoza.
No hay potencia mala. Lo que es malo es el grado más bajo de la potencia, o sea, el poder. ¿Qué es la maldad? Es impedir que alguien haga lo que puede, que efectúe su potencia. De tal suerte que no hay potencia mala sino que hay poderes malos. Y tal vez todo poder sea malo por naturaleza porque el poder separa siempre a la gente que está sometida de aquello que pueden. De tal manera que Spinoza parte de ahí. En efecto la tristeza está ligada a los sacerdotes, a los tiranos, a los jueces. Se trata de gente que siempre separa a sus súbditos de aquello que estos pueden.
Hiciste alusión a la reputación de antisemitismo de Nietzsche. Al respecto, no puedo comprobar que hay textos que podrían parecer muy inquietantes si uno no los lee con excesiva rapidez. Y lo curioso es que en todos los textos en los que él ataca al pueblo judío, ¿qué les reprocha? ¿Qué hace que luego se haya dicho “Oh, es un antisemita”? Lo que reprocha al pueblo judío es haber inventado, en condiciones muy precisas, un personaje que no existía con anterioridad y que es el personaje del sacerdote. Que yo sepa, no existe ni un solo texto de Nietzsche relativo a los judíos en forma de ataque. Se trata siempre de un ataque al pueblo que inventó al sacerdote. En las demás formaciones sociales puede haber brujos, escribas, pero no son lo mismo que el sacerdote. Ellos hicieron esa sorprendente invención y Nietzsche no deja de admirar lo que detesta y dice que haber inventado al sacerdote es una invención increíble, algo prodigioso. Y más tarde se hará el vínculo directo entre los judíos y los cristianos, sólo que no se trata del mismo tipo de sacerdote. Lo que viene a mostrar hasta qué punto la filosofía es concreta, es que Nietzsche es, que yo sepa, el primer filósofo que ha creado el concepto de sacerdote y, a partir del mismo, ha planteado un problema fundamental: ¿en qué consiste el poder sacerdotal, cuál es la diferencia entre el poder sacerdotal y el poder real? Se trata de una cuestión que continúa completamente abierta.
Foucault, por ejemplo, habia encontrado con sus propios medios el poder pastoral como un nuevo concepto que se encadena con el de Nietzsche.
¿Qué es el poder del sacerdote? ¿Y en qué está unido a la tristeza?
Para Nietzsche, el sacerdote se define por haber inventado la idea de que los hombres están en un estado de deuda infinita. El sacerdote judío invoca la idea, en virtud de una Alianza, de una deuda infinita del pueblo judío hacia su Dios. Luego los cristianos retoman esto mismo bajo la forma de la deuda infinita ligada al pecado original. Pienso que el concepto del sacerdote que maneja Spinoza, luego Nietzsche y por último Foucault, forman un linaje apasionante. A mí me gustaría sumarme a ese linaje, ver un poco qué es ese poder pastoral. Dicen que ya no funciona, pero hay que ver lo que ha recobrado. Por eso decía que el sicoanálisis es una nueva vicisitud del poder pastoral.
CP: Pequeña lección de filosofía aplicada. Después de este episodio ya no podés considerar del mismo modo a la gente que se queja.
GD: los sacerdotes no son lo mismo que los tiranos, no hay que confundirlo todo, pero al menos tienen en común que extraen su poder de las pasiones tristes que inspiran en los hombres del tipo: “arrepiéntanse en nombre de la deuda infinita”. Yo diría que todo poder es triste aunque aquellos que tienen el poder se regocijen mucho de tenerlo, ya que la suya es una alegría triste. Pero no conozco ninguna potencia mala. El tifón es una potencia que debe regocijarse en su alma, pero no por destruir casas sino de ser. Regocijarse lo es de ser lo que se es, es decir, de haber llegado allí donde se está. Así que la alegría no es el placer de estar contento consigo mismo sino que es, como decía Nietzsche, el placer de la conquista. Pero la conquista no consiste en sojuzgar a la gente. La conquista es conquistar el color, ahí está la alegría y está allí aunque la cosa acabe mal.
CP: Bueno, una pequeña cuestión subsidiaria. Vos, que tuviste la suerte de escapar de la deuda infinita, ¿cómo es que te quejás día y noche y que sos un gran defensor del lamento y de la elegía?
G.D.: Ah, es una cuestión personal. A mí siempre me ha parecido, ante todo, que la elegía es una de las dos fuentes de la poesía… es la gran queja. Bueno, hay muchas quejas. Habría que hacer toda una historia de la elegía. No sé si ya se ha hecho, pero es muy interesante, porque está el lamento del profeta que es aquel que dice: “¿Pero por qué me ha elegido Dios, qué he hecho para ser elegido por Dios?”. El profetismo es inseparable del lamento y es lo contrario del sacerdote. El profeta se queja de lo que le ocurre: “¡esto es demasiado grande para mí!”. Si aceptamos que el lamento es eso, no se ve todos los días. El lamento no se reduce a un “¡ay, ay, ay, qué dolor!” porque aquél que se queja no siempre sabe lo que quiere decir. La señora mayor que se queja de su reuma, en realidad lo que quiere decir es: “¿qué potencia se apodera de mi pierna y es demasiado grande para que pueda soportarla? Es demasiado grande para mí”.
La elegía es la fuente de la poesía, es la única poesía latina. ¿Qué es la elegía? Yo creo que es la expresión de aquél que, temporalmente o no, ya no tiene estatuto social.
Por eso es interesante. Un pobre viejo se queja o un tipo en las galeras se queja, de acuerdo. Pero eso no es tristeza, sino que es algo muy distinto:es la reivindicación. Hay algo en el lamento que resulta sorprendente. Y hay una adoración en el lamento. El lamento es como una oración. El lamento del profeta, el lamento del hipocondríaco cuya queja tiene una intensidad que es bella. La queja hipocondríaca consiste en un “¡Cómo me duele!” Más bien sería: “¿por qué tengo un hígado, por qué tengo un bazo?”, “¿Por qué tengo órganos? ¿Por qué soy?” En fin, el lamento es sublime.
Bueno, a las endechas populares hay que incluirlas también. El lamento popular, la endecha del asesino, la endecha cantada por el pueblo. Pienso que son los excluídos sociales lo que están en una situación de queja. La elegía china está animada ante todo por aquél que ya no tiene estatuto social, es decir, el esclavo liberto. Un esclavo a secas todavía tiene estatuto, por más desgraciado que sea. Cuando es liberado hay períodos en los que no hay estatuto social para el esclavo liberto. Está fuera de todo. En cierto modo debió suceder así con la liberación de los negros en América. Cuando hay abolición de la esclavitud y todavía no se ha previsto ningún estatuto para los libertos, estos se ven excluídos. Suele interpretárselo estúpidamente diciendo que no dejan de ser esclavos. Pero no tienen ningún estatuto, están excluídos de toda comunidad. Entonces, en ese momento nace el gran lamento. Pero no es dolor lo que tienen. Se trata de una especie de canto y por eso es una fuente poética. De no haber sido filósofo, yo habría sido una mujer, habría querido ser una plañidera. La plañidera es una maravilla, porque el lamento asciende, es un arte. Y luego hay un aspecto algo pérfido que consiste en decir: no se encarguen de compadecerme, no me toquen, no me compadezcan; que yo me encargo. Pero, al encargarse uno mismo, el lamento se transforma. Una vez más se está diciendo: lo que me ocurre es demasiado grande para mí. Eso es el lamento. Así que yo quiero decir todas las mañanas “lo que me ocurre es demasiado grande para mí” porque eso es alegría en estado puro. Alegría que uno tiene la prudencia de ocultar porque hay gente a la que no le gusta nada que la gente esté alegre. Y ese lamento no es sólo la alegría sino que al mismo tiempo una loca inquietud: efectuar una potencia, tal vez, ¡pero a qué precio! ¿Acaso no voy a dejar el pellejo en ello?
En fin, algo corre el peligro de hacerme añicos: eso es el lamento, desgraciado o feliz. Por regla general desgraciado pero, en fin, es un detalle.
Cuando habla del lamento del profeta no puedo dejar de pensar en Simone Weil (y en lo caros que son sus libros en nuestro país).
ResponderEliminarah, Apulita, después de esta noche tal vez lo olvide pero ahora se me ocurre que esto de colmar potencias es algo que nosotras dos podemos comprender bien. No bastará con sentir alegría escuchando "Los abuelos de la nada" pero...
ResponderEliminarMe parece muy interesante rastrear la concepcion de deuda infinita en esa historia del pensamiento que plantea Deleuze. Empezare a buscar los textos correspondientes. Acepto ayudas. Donde escribe espinoza sobre eso, NIetzche, Foucault. Gracias
ResponderEliminarEncantada de ayudar. No leí Spinoza, eso sí. Tal vez sea momento. Habría que pensar en Walter Benjamin también. Y probablemente Simone Weil. No tengo mucho tiempo pero se puede empezar. Gracias por leer (es toda una sorpresa!).
Eliminar