Distinciones entre el devenir y la historia, qué significa ser de izquierda, las minorías, la percepción.
CP: En
este caso, no se trata del punto de demencia que constituye tu encanto, sino de
algo muy serio: tu pertenencia a la izquierda. Como hemos visto, venís de una
familia burguesa, de derecha, y desde la Liberación, vos sos un hombre de izquierda. Ahora
bien, con la Liberación,
muchos de tus amigos se afiliaron al Partido Comunista o bien están muy ligados
a él.
GD: Sí,
creo que todos pasaron por el PC, menos yo.
CP: Y
vos, ¿cómo te libraste?
GD: Mi
caso no es complicado. ¿Qué impidió que yo lo hiciera? Creo que el motivo es
que yo era muy trabajador y que no me gustaban las reuniones. Nunca soporté las
reuniones en las que se hablan interminablemente. Ser miembro del PC en aquel
momento implicaba reuniones de célula todo el tiempo.Yo no tenía voluntad de
participar en eso y hablaba poco y era tímido. Además había que vender el
periódico L´Humanité. No tenía ninguna voluntad de entrar al Partido.
CP:
¿Pero vos te sentías cercano al compromiso de ellos?
GD:
¿Del partido? No, eso nunca me gustó, y fue lo que me salvó. Todos aquellas
discusiones sobre Stalin, lo que ya se sabe acerca de los horrores del
stalinismo, en fin, eso siempre existió. Los nuevos filósofos vinieron a
descubrir que las revoluciones acababan mal con Stalin. Luego el camino estaba
abierto y todo el mundo lo descubría. Por ejemplo, acerca de la revolución
argelina, de la que dicen que fracasó porque abrió fuego sobre los estudiantes.
¿Pero quién ha creído en algún momento que una revolución termina bien? Dicen
que los ingleses se ahorraron tener que hacer revoluciones. ¡Es absolutamente
falso! Los ingleses sí hicieron una revolución, mataron al rey, ¿y que
obtuvieron? A Cromwell. ¿Y los estadounidenses? Su revolución fue un fracaso
aún mayor que el de los bolcheviques. Ellos introducen al nuevo pueblo, hacen
la verdadera revolución. Tal como los marxistas confiaban en la proletarización
universal, los estadounidenses confían en la inmigración universal: son las dos
fases de la lucha de clases. Es absolutamente revolucionario. Es la América de Jefferson,
Thoreau y Melville que anuncia el hombre nuevo tal y como la revolución
bolchevique lo anuncia. Pues bien, fracasó. Todas las revoluciones fracasan,
eso es sabido. Pero fingen redescubrirlo ahora. Hay que ser imbécil. Todo el
mundo se dedica ahora a eso, se trata del revisionismo actual. Dicen que la Revolución Francesa
también fracasó, pero eso todo el mundo lo sabe. La Revolución Francesa
condujo a Napoleón. Y la estadounidense condujo a Reagan que no me parece mejor
que los otros.
Nos encontramos así en un estado de enorme
confusión. Que las revoluciones se frustren, que salgan mal, nunca ha impedido
que un pueblo devenga revolucionario. Se mezclan dos cosas absolutamente
diferentes: se trata de la confusión
entre el devenir y la historia. Y es una confusión de los historiadores que
nos hablan del porvenir de la revolución. Pero ese no es el problema. Ellos
siempre pueden remontarse lo bastante lejos para mostrar que, si el porvenir
resultó mal, ello se debe a que el mal estaba presente desde el principio. Pero
el problema concreto es: ¿cómo y por qué un pueblo deviene revolucionario?
Felizmente, los historiadores no pueden impedir eso. Los sudafricanos, los
palestinos, están envueltos en un devenir revolucionario. Se me dirá que cuando
triunfen, la cosa terminará mal. Pero entonces ya no serán los mismos
problemas, aquello creará una nueva situación en la que de nuevo se
desencadenarán devenires revolucionarios. En las situaciones de tiranía, de
opresión, los seres humanos devienen revolucionarios, porque no queda otra cosa
que hacer. Cuandos nos dicen que todo eso acaba mal, no se está hablando de lo
mismo. El porvenir de la historia y el devenir de los pueblos no son lo mismo.
CP: Esa
filosofía de los Derechos Humanos y ese respeto de todo el mundo por los
Derechos Humanos en la actualidad, es como una negación de mayo de 1968 y una
negación del marxismo. Vos no tuviste que repudiar a Marx porque no fuiste del
PC, así que Marx sigue siendo un referente para vos. Y en cuanto a mayo del
´68, sos una de las pocas personas que lo evoca sin decir que fue un simple
alboroto, que el mundo cambió, etc. Me gustaría que hablaras un poco más sobre
mayo del ´68.
GD:
pero sos dura cuando decís que soy uno de los pocos porque hay mucha gente.
Basta mirar en nuestro entorno, entre nuestros amigos, para ver que nadie
reniega del Mayo…
CP: Sí,
pero son nuestros amigos.
GD:
Igualmente, hay muchos otros que no reniegan. Mayo del ´68 es la intrusión del
devenir. Quisieron atribuir ese hecho al reino de lo imaginario, pero no lo
fue. Fue una bocanada de realidad en su estado más puro. Es lo real que llega
de repente, de tal suerte que las personas no lo comprenden y se preguntan:
¿qué es esto? Finalmente, personas en su realidad. Fue prodigioso. Y, ¿qué eran
las personas en su realidad? Eran el
devenir, claro que los historiadores no lo comprendieron. Mayo del ´68 fue devenir revolucionario sin
porvenir de la revolución. Algunos pudieron burlarse de eso pero lo que
tomó a las personas fueron fenómenos de puro devenir. ¿Qué es exactamente un
devenir? Mayo de 1968 es la intrusión del devenir.
CP: Y
vos tuviste un devenir revolucionario en aquel momento?
GD: Basta
verte la sonrisa para captar la ironía. Prefiero que me preguntes qué es ser de
izquierda. Es más discreto que devenir revolucionario.
CP:
Entonces te lo pregunto de otra manera. Entre tu civismo de hombre de
izquierda, que vota y todo lo demás, y tu devenir revolucionario, ¿cómo hacés?
¿Qué es ser de izquierda para vos?
GD:
Bueno, pienso que no existe gobierno de izquierda. Ello no significa que no
haya diferencias entre los gobiernos. Pero, en el mejor de los casos, lo que
podemos esperar es un gobierno favorable a determinadas exigencias o
reivindicaciones de la izquierda. Pero no existe un gobierno de izquierda,
porque la izquierda no es una cuestión de gobierno. Si me pidieran una
caracterización de lo que significa ser de izquierda, diría que hay dos
maneras. La primera tiene que ver con una cuestión de percepción: ¿qué es no
ser de izquierda? No ser de izquierda es como una dirección postal: partir de
sí, la calle en la que uno está, la ciudad, el país, los demás países, y así,
cada vez más lejos. Comenzás por vos mismo y, en la medida en que sos un
privilegiado, que estás en un país rico, pensás cómo hacer para que la
situación perdure. Sabés que hay peligros, que la cosa no puede durar y que
todo es demencial. Pero igual pensás: ¿cómo hacer para que dure?, ¿cómo hacer
para que Europa dure? Y ser de izquierda
es lo contrario. Es percibir. Dicen que los japoneses perciben así. No ven
como nosotros, perciben primero el contorno. Comienzan por el mundo, luego el
continente, y así. Es un fenómeno de percepción en el que se percibe primero el horizonte.
CP:
Pero los japoneses no son un pueblo de izquierda.
GD:
Pero eso no importa. Tu objeción no es una razón. Están a la izquierda por su
sentido de la dirección, de la dirección postal. Primero, mirás al horizonte y
sabés que eso no puede durar, que no es posible que miles de millones de
personas mueran de hambre. No es posible
esa injusticia absoluta. No en nombre de la moral, sino en nombre de la
percepción. Ser de izquierda es empezar por la punta y considerar que ésos son
los problemas que hay que responder. No consiste en reducir la natalidad
porque ésa es una manera de conservar los privilegios de Europa. Hay que
encontrar las combinaciones, los “agenciamientos” mundiales, que permitan
solucionar los problemas. Así, ser de
izquierda es saber que los problemas del Tercer Mundo están más cerca de
nosotros que los problemas de nuestro barrio. Eso es una cuestión de
percepción y no una cuestión de alma bella. Para mí, ser de izquierda es todo
eso.
La segunda manera de ser de izquierda es
devenir-minoría, pues se trata siempre de un problema de devenir. No dejar de devenir minoritario. La
izquierda nunca es mayoritaria en tanto que izquierda. Y por una razón muy
simple: la mayoría supone la existencia
de un patrón. En occidente, el patrón que supone cualquier mayoría es:
humano, adulto, varón, habitante de las ciudades. Por lo tanto, obtendrá la
mayoría aquel que, en un momento dado, cumpla ese patrón. O sea, la imagen
sensata del humano adulto, varón, habitante de las ciudades. Pero puedo decir que la mayoría nunca es
alguien concreto. Es un patrón vacío. Sólo que muchas personas se reconocen
en ese patrón vacío. Pero, en sí, el patrón es vacío. Entonces las mujeres
empiezan a ser tenidas en cuenta y a intervenir en esta mayoría, o en minorías
secundarias, a partir de su grupo en relación a ese patrón. Sin embargo, al
lado de esto, ¿qué hay? Hay todos los devenires que son devenires minoritarios.
Quiero decir que las mujeres, como
tales, no son algo dado y consolidado, no son mujeres por naturaleza. Las
mujeres tienen un devenir-mujer. Como resultado de esto, si las mujeres
tienen un devenir-mujer, los hombres tienen un devenir-mujer. Hablamos del
devenir-animal. Los niños también tienen un devenir-niño, no son niños por
naturaleza. Todos esos devenires son minoritarios.
CP:
Sólo los hombres no tienen un devenir-hombre.
GD:
Claro que no lo tienen, es un patrón mayoritario. Y vacío. El varón adulto no
tiene devenir. Puede devenir-mujer y, en ese momento, entablar procesos
minoritarios. La izquierda es el conjunto de los procesos de devenir
minoritario. Yo afirmo: la mayoría es
nadie y la minoría es todo el mundo. Ser de izquierda es eso: saber que la
minoría es todo el mundo y que ahí se producen los fenómenos de devenir. Es por eso que todos los pensadores
tuvieron dudas acerca de la democracia, dudas sobre lo que llamamos
“elecciones”. Pero se trata de cosas archisabidas.
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