No se dejen asustar por el tema de la letra M, hay otros peores en ella: vejez, cansancio, médicos, medicamentos y también comida. Para quienes no se han animado a leerlo o han tenido fiaca, esta letra resultó ser extravagantemente divertida. Tuve que dejar de poner párrafos en negrita porque todo me daba risa. Tal vez encuentren mezclado en el texto algunas pavadas que yo escribí, me permito hacerlo en esta parte de la entrevista porque la M resultó ser desopilante... quién lo diría.
Muy gracioso especialmente lo que dice sobre la comida y los médicos.
CP: ¿Es
una casualidad? Muchos grandes escritores tienen una salud delicada. Poco
vividores, pero grandes visionarios. Justo después de poner el punto final al
manuscrito de Diferencia y repetición,
en 1968, sos hospitalizado por una tuberculosis muy grave. Vos, que habías
podido decir, a propósito de Nietzsche y Spinoza, hasta qué punto los grandes
pensadores tenían una salud delicada, te ves obligado a vivir, en adelante, con
la enfermedad. ¿Sabías que tenías tuberculosis desde mucho tiempo antes?
GD:
Sabía que tenía algo malo desde mucho antes, pero creo que soy como la mayoría
de la gente: no tenía un deseo enorme de saberlo, y además, también como la
mayoría de la gente, pensaba naturalmente que era un cáncer, así que no me
sentía acuciado.
¿La
enfermedad facilita las cosas para alguien que se propone pensar? Yo creo, en
efecto, que un estado de salud muy pobre es favorable para estar a la escucha
de la vida. Lo cierto es que uno no puede pensar si no está ya en un dominio
que excede un poco sus fuerzas, es decir, que lo vuelve frágil.
CP:
Pero tus relaciones con los médicos y los medicamentos cambiaron a partir de
ese momento, es decir, tuviste que visitar médicos, supuso una especie de
obligación, sobre todo porque a vos no te gustan mucho los médicos.
GD: No
se trata de nadie en particular, pero la manera que tienen de manejar el poder
me parece odiosa. Trabajan cada vez más con aparatos y pruebas, bastante
desagradables para el paciente, pruebas de las que uno tiene la impresión que
carecen del menor interés, salvo el de reconfortar su diagnóstico. Y ellos se
sirven de esas pruebas de un modo inadmisible. Lo que supone una alegría para
mí es que, cada vez que pasé o pude pasar por uno de sus aparatos, mi
respiración era demasiado débil para ser registrada. ¿Querés un chisme? No
pudieron hacerme una ecografía. Y, para mi júbilo, en ese momento se ponían
furiosos. Creo que en esos momentos odian a su pobre paciente, porque ellos
aceptan muy bien equivocarse en el diagnóstico, pero lo que no aceptan es que uno no sea captado por sus aparatos.
Además, son demasiado incultos: cuando
empiezan a hablar de la cultura, es una catástrofe. En fin, los médicos son
una gente muy extraña. Mi consuelo es que ganan mucho dinero pero no tienen
tiempo para gastárselo porque llevan una vida enormemente dura. Sí, los médicos
no me atraen mucho –con independencia de las personalidades, lo repito, que
pueden ser exquisitas- en su función, la verdad es que tratan a la gente como
perros. Y en ello entra la lucha de clases, porque si uno es rico son mucho más
educados, salvo en la cirugía –los cirujanos son un caso especial. Pero con los
médicos la cosa no va bien, habría que
hacer una reforma, porque al fin y al cabo hay un problema.
Todos se dieron cuenta que el texto continúa una vez que hacen click en el link "Más información", no???